Nada es gratis, todo tiene un precio. Si no hay coste adicional, tus datos o tus hábitos de navegación son el precio.
Por ello, cada vez nos piden más datos y nos obligan a más en las condiciones de servicio. Pero cuando les roban o desaparecen con nuestros datos se lavan las manos.
Un día, tu iPhone o tu iPad te dicen que debes actualizar una de las apps que tienes instaladas, algo rutinario sin duda, pero no, resulta que Apple de manera unilateral ha decidido modificar las condiciones de uso de iTunes y te manda un pliego de condiciones de 50 páginas lleno de obligaciones y sin apenas derechos. ¿Qué debes hacer?
Aceptarlo, porque no tienes otra opción si quieres seguir usando el dispositivo sin recurrir al jailbreak. Pero de darles tu tarjeta nanai, no sea que luego cualquier hacker de 15 años les robe tus datos y lo único que te digan que cambies de contraseña y anules tus tarjetas y que ellos ya verán que hacen para que no les vuelvan a robar.
Y lo peor, es que aunque, en un juicio, podrían darte la razón porque la mayoría de clausulas son abusivas, ante un pliego de condiciones de ese tipo estás vendido, pues tienen control sobre el software y el hardware de tu aparato. Es posible que tengas razón, y que un juez te la dé, pero mientras eso ocurre tu dispositivo móvil se ha convertido en un pisapapeles, muy caro, por cierto.
Me llega un tuit diciendo que un fallo en Twitter permite a las aplicaciones de terceros tener acceso a los mensajes directos. No es un fallo, como API, el fallo sería no tener acceso. Otra cosa es que lo encontremos ético o que nos moleste por temas de querer mantener nuestra privacidad en Internet.
En el mundo de las APIs y los web services, todos los datos que facilitamos en la Red son susceptibles de ser interceptados, no hay sistema 100% seguro, todo es cuestión de tiempo y paciencia. Por muy encriptados que vayan o que se guarden, alguien dispondrá del tiempo, la paciencia, las herramientas y los conocimientos para desencriptarlos (y viendo que hay gente que tiene tiempo para concursar durante 100 programas de Saber y Ganar o para pasarse un mes acampado al sol, yo empezaría a temblar).
Así que recuerda aquello de nadar y guardar la ropa. No dejes tu seguridad y privacidad en manos de otros. Lo que no quieres que se sepa no lo cuentes.
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