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martes, 13 de diciembre de 2011

Cambios en el equilibrio económico mundial

El fácil acceso al conocimiento y la visión global del planeta han estimulado la convergencia de los procesos productivos y de la oferta y demanda de productos y tecnologías.

La homogeneidad de la demanda a nivel global incentiva a las empresas a querer operar a nivel internacional.

Esta convergencia es lo que ha llevado a la transformación radical de los equilibrios económicos mundiales en los que el mundo occidental va perdiendo progresivamente peso respecto a los mercados emergentes (básicamente: Asia y el cono sur de América).

El grado de conciencia de dichos cambios por cada uno de los diferentes países del planeta, es lo que los ha llevado a soportar mejor la actual crisis o llevarlos a una situación de quiebra económica.

No se trata de un tema de gastos, costes, precios y salarios de forma eficiente pero seguir haciendo lo mismo, sino de cambiar de mentalidad y enfocar la economía a productos, servicios y sectores con los que obtener ventajas comparativas que proporcionen un valor añadido sostenible y una competitividad defendible.

Dichos productos y servicios deben responder y satisfacer las necesidades del cliente de manera individual de manera eficaz y eficiente:
  • Eficaz: en la momento, cantidad y lugar demandados
  • Eficiente: productos de calidad a un precio ajustado
Para conseguir la eficiencia deberemos enfocarnos en las teorías de la ventaja comparativa y en la cadena de valor de Porter y gestionar nuestros partners a nivel global.

Los países y las empresas deben buscar gestionar de forma simultanea la integración y la alta diferenciación mediante la adopción de técnicas de empresa en red que busquen alianzas e interrelaciones win-win entre las distintas piezas de la cadena.

Actualmente, las únicas fuentes de valor añadido sostenibles se basan en la gestión del conocimiento y en la investigación + desarrollo + innovación ya que cada vez los ciclos de vida de producto se reducen cada día más y el amplio acceso a la información hace que las nuevas tecnologías y conocimientos sean descifrados y asimilados por los competidores en poco tiempo.

Aquellas empresas o países que se acomode o piense que va a poder vivir toda la vida de explotar la buena idea que tuvo en su día, o de aquello que le ha funcionado siempre, y no se reinvente cada día, está condenados al fracaso.

El capital humano se convierte entonces en el recurso más necesario para sobrevivir en este nuevo orden mundial. Un sistema educativo mal enfocado o poco valorado por los estudiantes, un tejido empresarial con falta de miras y gestionado a la antigua usanza y una Administración que ahogue la iniciativa empresarial con trabas, formalismos y procedimientos fiscales perniciosos, ahuyenta al talento y deriva, sin remedio, en la fuga masiva y continuada de cerebros.

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